El Valle de Aburrá, en donde hoy se asienta Medellín, fue visto por primera vez por los españoles el 24 de agosto de 1541, apenas 49 años después del arribo de Cristóbal Colón a las Bahamas, por una expedición de 32 hombres que venía en búsqueda de tierras y riquezas al mando de Jerónimo Luis Tejelo, quien a su vez obedecía órdenes del Mariscal Jorge Robledo; le nombraron "Valle de San Bartolomé de los Alcázares", en honor tanto a San Bartolomé en su día según el santoral católico, como a los alcázares situados en España, que tenían cierto parecido a las chozas indígenas. Los indios dueños del Valle de Aburrá, armados con dardos, macanas y tiraderas, ofrecieron una feroz resistencia, y muchos se suicidaron para evitar ser dominados. Luego de su paso inicial por el valle, esta primera expedición española de Tejelo pasó de largo y continuó su exploración hacia el río Magdalena, lejos hacia el este del valle.
Muchos años después, en 1616, el valle resultaría propicio a otro grupo de conquistadores encabezados por Francisco de Herrera Campuzano para fundar el 2 de marzo la población de San Lorenzo de Aburrá en donde hoy queda el Parque de El Poblado. Se trató del establecimiento de un resguardo indígena para la protección de los naturales, con 80 nativos. Que desapareció pronto por la prohibición del mestizaje.
Entre 1630 y 1650, empezó la población del Valle de Aburrá por parte de descendientes de los primeros españoles y por inmigrantes nuevos. En 1637 y luego en 1646 se trasladan los habitantes al ángulo formado por el río Aburrá, hoy río Medellín, y el riachuelo de Aná (quebrada Santa Helena).
En 1649 en el Sitio de Aná se construye la iglesia de la Candelaria por iniciativa del Padre Juan Gómez de Ureña, y desde entonces empezó a designarse el sitio con el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná.
El 20 de marzo de 1671 el Teniente de Gobernador Juan Bueso de Valdés funda la Villa Nueva del Valle de Aburrá de Nuestra Señora de la Candelaria, por decreto del Gobernador Francisco de Montoya y Salazar. Esta fundación no tuvo el efecto que podría tener una dada mediante Real Cédula fundacional, por lo que se busca la confirmación de la misma, además por los problemas que presentaban para los habitantes de la nueva Villa, los intereses de los de Santafé de Antioquia, que intuían que su papel preponderante se vería disminuido con la reciente fundación.
En 1675 se dio la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín, según Real Cédula portada por el gobernador y capitán general de la provincia de Antioquia Miguel de Aguinaga y Mendigoitia, de origen vasco en la Villa de Éibar (Guipúzcoa), quien dicta el auto de erección de este poblado el 2 de noviembre de 1675 y le impuso el nombre de Medellín, derivado de Quinto Cecilio Metelo Pío, fundador de la ciudad de Metellinum (Medellín), en Extremadura, en honor a un protector suyo, que era don Pedro de Portocarrero y Luna, conde de Medellín y comendador de Indias, quien siempre se había mostrado muy favorable a la creación de esta nueva villa. El acto fue adelantando luego de la misa en ceremonia solemne que incluyó procesión a caballo presidida por el Gobernador, seguido de los Principales del pueblo; acto seguido se leyó la Real Cédula y fue fijada en una estaca en el centro de la Plaza Mayor.
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